La expansión de la Indias se produjo a través de la hueste indiana, que tenía raíces medievales. La Corona en escasa ocasiones organizó expediciones de conquista o descubrimiento. Silvio Zavala establece unos principios para explicar la aparición de la hueste indiana. En ellos relaciona, en un sentido de continuidad, a la hueste castellana con la americana. Sin embargo, se observan grandes diferencias entre ellas. Vargas Machuca, en su caracterización de la hueste conquistadora habla del capitán de ésta como jefe- compañero más que como señor feudal de la mesnada, no existiendo las relaciones de vasallaje que podían establecerse en las tropas que hicieron la reconquista frente a los musulmanes.
Los individuos de la hueste se alistaban libremente y no existían entre ellos relaciones de vecindad o gremios determinados, por lo que nada tienen que ver con las tropas gremiales o concejiles.
En resumidas cuentas, la hueste aparece tan pronto la Corona se dio cuenta de la imposibilidad de sufragar, por parte de la Real Hacienda, los enormes gastos que va a a ocasionar la conquista del Nuevo Mundo.
Las huestes indianas, eran una particular agrupación de caudillo con gente de guerra. que , voluntariamente y sin sueldo, se ponían bajo su tuición para llevar acabo una expedición de descubrimiento, conquista, poblamiento o rescate, con la esperanza de obtener mercedes de la Corona.
Las huestes podían organizarse en España o en las Indias. En ciertos momentos la Corona prefiró que se llevara gente de España por el riesgo de desploblamiento que se producía en las Indias.
Era frecuente que la hueste se reclutara en España y se completara en Indias. La escala en América se aprovechaba muchas veces para desertar, pues los enrolados preferían probar suerte como pobladores antes que seguir hacia su incierto destino. También se reclutaron muchas huestes en Indias, sobre todo en las islas, donde se vivía una gran crisis económica a fines del primer cuarto del siglo XVI. Los Capitanes Conquistadores preferían los hombres aclimatados al medio americano. Casi nunca se dio el caso de que una Hueste hubiera sido formada íntegramente en la Península. Tras el viaje marítimo correspondiente y la escala antillana, se llegaba a la antesala del objetivo previsto, donde solía hacerse el alarde: un recuento y revista de la fuerza combativa disponible. Podía verse entonces la impresionante anarquía de vestido y armamento de los Conquistadores.
Cada soldado se ponía encima lo que le parecía e iba armado como podía. Proliferaban toda clase de jubones y calzas, así como cascos, cotas, morriones, celadas, rodelas, alguna cota de malla y muchos acolchados de algodón contra las flechas. De las armaduras se tomaban sólo algunas piezas de la parte superior del cuerpo. Abundaban las armas blancas como espadas, picas, lanzas y ballestas, aunque también había algunos mosquetes, arcabuces y falconetes. La artillería solía ser escasa y muy ligera. Constituía una de las grandes armas contra los indios, junto con los caballos y los perros. Los caballos iban protegidos con pecheras y llevaban petrales de cascabeles para infundir temor a los nativos. Daban derecho a una parte del botín. En cuanto a los perros, los hubo muy famosos por su agresividad hacia los indios.