Introducción

En febrero de 1519, el capitán Hernán Cortés, comandando una expedicion integrada por 508 soldados y 100 marineros, a bordo de 11 embarcaciones, partio de la isla de cuba con la intencion de emprender la conquista de importantes territorios de la America Continental. El 13 de agosto de 1521, tras una cruenta batalla, la gran Tenochtitlan cayo en manos de los conquistadores. la victoria obtenida por Cortes constituyo en origen del virreinato de la nueva españa y del imperio español en América.

Integrantes

Arista Méndez Cristian Ernesto Rafael
Pardiñas Ramírez María Fernanda
Cruz Segura Moises
Aguilar Hernández José
Tenorio Macías Edeer
Buendia Sosa Edwin
Ortega Espejel Francisco
Muciño Garduño Alvaro Omar

Grupo: 564

España de la Conquista. La Reconquista y la Era de los Descubrimientos



El siglo XV es un siglo que hace girar el papel de la España conquistada en una España conquistadora que mira más allá de los espacios conocidos hasta entonces por los europeos. Con la unión de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, se consolida la unidad territorial, con la excepción de Navarra. Esta unidad permite que los esfuerzos por imponer el cristianismo se cristalicen: se instala la Inquisición y se logra expulsar a los árabes con la toma de Granada en 1492. Se promueve entonces también con éxito la expulsión de los judíos. Mientras tanto, Cristóbal Colón, apoyado económicamente por la reina Isabel, encontraba una nueva tierra: América


La conquista de México no fue un hecho casual. Para que Colón llegara al Nuevo Mundo fueron determinantes ciertos aspectos ideológicos, tecnológicos y económicos que permitieran erguir a España como la gran conquistadora.

Los métodos y el espíritu de la Reconquista que acababa de finalizar en España con la conquista de Granada, último reducto musulmán en la península, aparecen de nuevo en la acción llevada a cabo por los colonizadores españoles en América. Pocos numerosos, los conquistadores se preocuparon sobre todo en imponer a los autóctonos su lengua, su religión, su cultura y sus modos de vida. El español practicó una colonización de dirección y gestión. Sustituyó a los nobles aztecas, tomo el lugar de los jefes indios, ejerció su autoridad en el ejército, la administración y la Iglesia; la explotación de las minas o la dirección de las grandes haciendas. En una colonización de este tipo, apoyada en la utilización de la mano de obra india, no queda lugar para un pequeño campesinado español. Se aprecia la diferencia entre este tipo aristocrático de colonización, abarcando grandes extensiones, y el que los campesinos franceses o ingleses aplicaron más tarde sobre las orillas del San Lorenzo o en Nueva Inglaterra, roturando y cultivando ellos mismos la tierra y rechazando a su paso a los indios



El aspecto de la expansión española que ha seguido siendo esencial para los tiempos modernos. El "error científico" de Colón, no puede empañar el valor de las fuerzas espontaneas de que surge la conquista. Esta es como el revelo de la reconquista ibérica. Se trata, pues, de un impulso para el que España, toma su vigor en su propio pueblo: marinos, soldados, clero, emigrantes.  En este sentido hay que poner cierto énfasis en la clase social de los hidalgos. Esta nobleza no tenía bienes ni siervos; solo árboles genealógicos y bastas ambiciones. Compartía con los reyes el deseo de estender al mundo entero la soberanía esola; con las órdenes mendicantes, el entusiasmo para combatir al infiel y meterlo en el redil de la cristiandad; y con la gran nobleza, el amor a la fama, el fausto el señoría, la guerra y el oro.


La expansión de la economía europea durante el siglo XV estimuló la exploración de las costas africanas por los portugueses. Eso permitió la conquista de algunas islas y se incrementó el comercio de esclavos. Los reyes españoles se habían concentrado en la expulsión de los árabes de su territorio, pero cuando lo lograron, se vieron tentados a buscar nuevas rutas comerciales. La conquista de las islas  Canarias fue el modelo de los métodos portugueses y los reprodujeron en las tierras encontradas por Cristóbal Colón lo que hizo desaparecer a la población nativa del Caribe sustituyéndola por esclavos africanos.

El ascenso de Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, consolidó la unidad de los reinos ibéricos, y cuando se convirtió en emperador de Alemania (como Carlos V), apenas se iniciaban los asentamientos en Tierra Firme, que producirían poco después la conquista de México y luego la de Perú, las que convertirían en España en la potencia europea.
La época de Carlos V 1519-1522 son de una actividad sorprendente. Espinosa crea Panamá, Las Casas intenta (en vano) la colonización pacifica, Cortés funda la Villa Rica de la Vera Cruz, donde es nombrado lugarteniente del rey de Nueva España, entre otros sucesos importantes de la época.
España fue la potencia que mayor presencia colonial impuso en América. Tomó posesión por la fuerza de los dos grandes imperios existentes en América en ese momento: en América del Norte llegó a apropiarse de el Imperio Azteca, en el actual México, estableciéndose en sus ciudades. A partir de ahí controló una gran parte de América Central: desde la zona andina de América del Sur hasta la zona central del actual Chile, incluyendo al Imperio Incaico en el actual Perú. En el Caribe, dominó sobre todo Cuba, La Española, Puerto Rico, Jamaica, incluyendo a la península de Florida dentro de sus posesiones caribeñas.
En México (Nueva España),  las minas y las grandes posesiones agrarias, se disputaban el trabajo de indios y mestizos. México y Perú, proporcionaban, en 1550, casi todo el metal precioso que inundaría Europa, siendo estos dos países los que convertirían con sus riquezas, su gente y su territorio a España como una potencia mundial.

El México prehispánico al momento de la conquista. Los presagios funestos


Las fechas que abarcan este periodo van de 900/1000 a 1521. La principal característica del Posclásico fue el militarismo. En este periodo hubo gran movilidad de población del Norte, inestabilidad política, difusión de elementos culturales y procesos de expansión de poder. El Centro de México es el escenario principal de este periodo.

El Posclásico está marcado por las migraciones de grupos provenientes del Norte, agricultores o cazadores-recolectores, llamados genéricamente chichimecas. Estos nómadas y sedentarios llegaron al Centro de México, donde asimilaron formas de vida más complejas a las de ellos y se incorporaron a la vida política. En algunos casos llegaron a tomar el poder, gracias a su capacidad militar.
La reestructuración política del Posclásico implicó que los centros de poder no sólo tenían un dominio económico regional a través del control comercial sino también buscaban un sometimiento que consiguiera poner bajo su mando a pueblos en condición de tributarios. Esto provocó un clima generalizado de rivalidades, resistencias y agresiones. El militarismo implicó que hubiera guerreros profesionales, que la casta militar tuviera gran poder social y político y que aumentaran considerablemente los sacrificios humanos para dar un sentido sagrado a las campañas de conquista y expansionismo.
La necesidad de protección propició que los centros de poder se construyeran en sitios protegidos, como islas (México-Tenochtitlan y México-Tlatelolco), en acantilados (Tulum) y en barrancos, laderas empinadas y dentro de murallas. En el centro de México, las expresiones artísticas y culturales también se vieron afectadas por el clima bélico, volviéndose más severas y marciales. Proliferaron las imágenes de sacrificios humanos y en muchos templos se añadieron esculturas de militares armados. Los símbolos de la ideología militarista fueron difundidos primero por los toltecas y sus seguidores, y después por los mexicas.



Este es el periodo del pasado mesoamericano que más se conoce debido a la cantidad de fuentes documentales -en náhuatl, español y latín- que describen la vida durante esta etapa. Especialmente se tiene noticia de las creencias, costumbres, tradiciones, literatura, etc. de los mexicas y sus vecinos, como texcocanos y tlaxcaltecas.
El Posclásico del Centro de México se divide en tres etapas:
1) la tolteca, que va de la ocupación de Tula Grande hasta su decadencia (900-1150)
2) la chichimeca, que se inicia a fines del siglo XII con la llegada de gente del Norte
3) la mexica, desde la formación de la Triple Alianza, en la primera mitad del siglo XV, hasta 1521, cuando los españoles derrotaron Tenochtitlán.




Características de otras zonas en el Posclásico:
Oaxaca - conflictos bélicos en el Valle de Oaxaca. Fragmentación y lucha de los señoríos mixtecos. Los mixtecos dominaron el trabajo del oro.
Occidente - importancia de la metalurgia, hubo prosperidad económica. A partir del siglo XV se forma y consolida el poder tarasco.
Área del Golfo - recibió sociedades que provenían del Centro de México. Se abandonó El Tajín en el siglo XIII, dejando un vacío de poder. Surgieron nuevos centros de prosperidad, como Cempoala.
Sureste - militarismo que aglutinó a distintos pueblos de cada región. Chichén Itzá concentró el poder hasta mediados del siglo XIII, cuando fue derrotado por Mayapán. Vino después un periodo de fragmentación política. En las tierras altas hubo un ascenso político y militar de quichés, cakchiqueles y rabinales.









Los presagios de la Conquista


Antes de la llegada de los españoles a Tenochtitlán, los antiguos mexicanos y Moctezuma Xocoyótzin vieron las señales de ocho (o doce según varias fuentes) acontecimientos funestos que, según los sacerdotes, significaban la ruina, muerte y destrucción para el glorioso imperio azteca, la mayoría de esas señales se manifestaron en los cielos y se cumplieron totalmente.


1. De las señales y pronósticos que aparecieron antes que los españoles vinieran a esta tierra, ni hubiese noticias de ellos.
2. Diez años antes que llegasen los españoles a esta tierra, y según otros once o doce años, apareció un gran cometa en el cielo, en la parte de oriente, que parecía como una gran llama de fuego muy resplandeciente y que echaba de sí centellas de fuego; este cometa era de forma piramidal, ancho de abajo e íbase aguzando hacia arriba hasta acabarse en una punta; aparecía en medio del oriente, comenzaba a aparecer un poco después de la media noche y llegaba hasta la mañana; la luz del sol lo encubría, de manera que saliendo el sol no parecía más.
3. Según algunos, viose un año entero, y según otros cuatro años arreo. Cuando aparecía de noche esta cometa todos los indios daban grandísimos alaridos y se espantaban, esperando que algún mal había de venir.
4. Otro mal agüero aconteció aquí, en México, que el cu de Huitzilopochtli se encendió sin haber razón alguna humana para ello. Parece que milagrosamente se incendió y salían las llamas de dentro de los maderos hacia fuera, y de presto se quemó; dieron voces los sátrapas para que trajesen agua para matarlo, y cuanta más agua echaban tanto más ardía; del todo se quemó


5. El tercer mal agüero aconteció que cayó un rayo casi sin propósito y sin tronido, sobre el cu de dios llamado Xiuhtecutli; este cu tenía un chapitel de paja y sobre él cayó el rayo y le incendió y se quemó. Tuviéronlo por milagro, porque no hubo tronido, bien que llovía un poco menudo.
6. El cuarto agüero fue que de día, estando el sol muy claro, vino de hacia el oxiden te de México un cometa que corrió hacia el oriente, e iba echando de sí como brasas o grandes centellas; llevaba una cola muy larga, y luego toda la gente comenzó a dar alaridos, juntamente, que parecía cosa de espanto, y por tal lo tuvieron.
7. El quinto fue que la laguna de México, sin hacer viento ninguno, se levantó, parecía que hervía y saltaba en alto el agua e hízose gran tempestad en la laguna, y las olas batieron en las casas que estaban cerca y derrocaron muchas de ellas; tuviéronlo por milagro porque ningún viento corría.
8. El sexto agüero fue que en aquellos días oyeron voces en el aire, como de una mujer que andaba llorando, y decía de esta manera: ¡Oh hijos míos! Ya estamos a punto de perdernos. Otras veces decía: ¡Oh hijos míos!, ¿a dónde os llevaré?.
9. El séptimo agüero fue que los pescadores o cazadores del agua tomaron en sus redes un ave del tamaño y color de un águila, la cual tenía en medio de la cabeza un espejo. Ésta fue cosa nunca hasta entonces vista, y así lo tuvieron por milagro, y luego la llevaron a Moteccuzoma, que estaba en el palacio en una sala que se llama tlillancalmécac; esto era después de medio día.
10. Y Moteccuzoma miró al ave, y miró al espejo que tenía en la cabeza, el cual era redondo y muy pulido, y mirando en él vio las estrellas del cielo, los mastelejos que ellos llaman mamalhuaztli;
11. y Moteccuzoma espantóse de esto y apartó la vista, haciendo semblante de espantado, y tornando a mirar el espejo que estaba en la cabeza del ave, vio en él a gente de a caballo, que venían todos juntos, en gran tropel y todos armados; y viendo esto se espantó más, y luego envió a llamar a los adivinos y astrólogos y al los sabios en cosas de agüeros, y preguntólos: ¿qué es esto que aquí me ha aparecido? ¿Qué quiere decir? Y estando así todos espantados desapareció el ave, y todos quedaron espantados, y no supieron decir nada.
12. El octavo agüero fue que aparecieron en muchos lugares hombres con dos cabezas; tenían no más de un cuerpo, y dos cabezas: llevábanlos a que los viese Moteccuzoma en su palacio, y en viéndolos luego desaparecían sin decir nada.

El descubrimiento de México


DESCUBRIMIENTO DE MÉXICO : VIAJES DE FRANCISCO HERNÁNDEZ DE CÓRDOBA Y JUAN DE GRIJALVA
Desde la isla de Cuba, gobernada por Diego Velásquez , partieron exploraciones que dieron como resultado el descubrimiento de México. La primera de ellas, capitaneada por Francisco Hernández de Córdoba y guiada por el piloto Antón de Alaminos, compuesta por tres embarcaciones, arribo en 1517 a una isla frente a la costa de Yucatán, encontraron numerosas figurillas femeninas, por lo que le dieron el nombre de Isla Mujeres.
Encontraron un cabo cerca del cual fueron alcanzados por unas canoas que traían obsequios e invitaban a su lengua conex catoch “venid a nuestras casa”. Los españoles bajaron a tierra, llamándolo Cabo Catoche, tomaron prisioneros a dos indígenas, bautizándolos como Julián y Melchor.
Continuaron rumbo al oeste , la necesidad de abastecerse de agua y víveres los hizo bajar a tierra en un lugar denominado Champotón .
Los españoles, reembarcaron con rumbo al norte llegando a la Florida.
En 1518 partió de Cuba al mando de cuatro embarcaciones y unos doscientos cincuenta hombres bien provistos de pertrechos y víveres.
Siguieron el derrotero marcado por Hernández de Córdoba y, en mayo de ese año arribaron a la isla de Cozumel, lugar al que pusieron por nombre Santa Cruz. Bajaron por la costa oriental de Yucatán hasta la bahía de la Ascensión para regresar a IsIa Mujeres y Champotón y bordeando la península llegaron hasta la Laguna de Términos, llamándola así por la suposición de que ahí pudiese hallar el paso al Mar del Sur, pues pensaban que Yucatán era un isla, descubrió varios ríos: Usumancita y Grijalva en Tabasco, Coatzacoalcos, Papaloapan y Banderas, con la ayuda de los interpretes Melchor y Julián se pudieron hacer dos provisiones y darse a entender con los emisarios de Moctezuma Xocoyotzin.
De la boca Banderas llegaron a la Isla de Sacrificio, a la de San Juan de Ulúa, recibieron valiosos presentes.
Grijalva envió a Pedro de Alvarado de regreso a Cuba para llevar informes y muestras de los obsequios indígenas. La expedición continuo costeando el golfo hasta el río Nautla y Pánuco

Las primeras expediciones españolas y las alianzas con los tlaxcaltecas

Antecedentes en Mesoamérica
 Desde mediados del siglo XV el estado mexica se venía extendiendo por un gran territorio, sometiendo a diversos pueblos y volviéndolos tributarios, de ahí el calificativo de imperio. Hacia 1517 el huey tlatoani, o gobernante en turno, llamado Moctezuma Xocoyotzincontinuaba las campañas militares de expansión. Los tlaxcaltecas, vecinos cercanos de los mexicas, eran una comunidad que había resistido tenazmente al dominio y la expansión de estos, encontrándose por ese entonces al límite de su resistencia, pues por todos los puntos cardinales a su alrededor las poblaciones que los rodeaban habían sido conquistadas, quedando ellos virtualmente sitiados.
Por otro lado, tras la caída de Tula, corría la leyenda de que el dios Quetzalcóatl que había partido del panteón mexica y que volvería algún día llegando por el mar del oriente, de donde nace el sol y en donde supuestamente vivían los dioses. Esta leyenda de Quetzalcóatl era bien conocida por los mexicas. Algunos profetas y fanáticos religiosos vaticinaban el retorno de Quetzalcóatl y lo planteaban como el fin del señorío vigente. El huey tlatoaniMoctezuma Xocoyotzin creía firmemente en estas profecías debido a ciertos presagios y acontecimientos, como la aparición de un cometa, un «fuego espontáneo» en la casa del dios Huitzilopochtli, un rayo en el templo de Xiuhtecuhtli y otros sucesos.
Para los mexicas era el año 13-conejo, cuando comenzaron a llegar noticias de las embarcaciones españolas que fueron descritas como «montañas que se movían sobre el agua y con hombres barbados de piel blanca sobre ellas», inmediatamente se relacionó este hecho con el regreso del dios Quetzalcóatl. Moctezuma ordenó al calpixque de Cuextlan, llamado Pínotl, construir atalayas y montar guardias en la costa en los emplazamientos de Nautla, Toztlan y Mitlanquactla, para vigilar el posible regreso de las embarcaciones.
Dado que los primeros encuentros con los españoles terminaban en intercambios comerciales por el «rescate de oro», en muchos pueblos corrió la idea de que la manera de deshacerse de ellos, sin pelear, era sencillamente entregarles oro o mujeres y aceptar lo que trajeran para intercambiar. De esta manera, los europeos retornarían a sus naves y se marcharían. Debido a esto, los intercambios se multiplicaron desde las primeras expediciones españolas pero el efecto fue el contrario al esperado por los aborígenes, pues se creó en los europeos la idea de que había tesoros inagotables en la zona, despertándose de esta manera su ambición.

Ruta de Cortés y primeros encuentros.

Al inicio, la trayectoria de los conquistadores no fue fácil. Pasaron por Ixcalpan (Rinconada) y después Xalapa, donde fueron bien recibidos, así como Xicochimalco. Continuaron a Monte Grande, que tomo el nombre de Puerto de Dios, y siguieron a Teoizhuacán y Ayahualulco; cruzaron la Sierra de Puebla por el Cofre de Perote con abastecimiento muy limitado de agua; se dirigieron hacia el norte pasando por los poblados de Altotonga, Xalacingo y Teziutlán hasta llegar a Zautla, donde fueron recibidos por el gobernante local Olintetl. Cuando éste fue cuestionado para saber si era tributario de los mexicas, su respuesta fue: «¿Acaso existe alguien que no sea vasallo de Moctezuma?». Durante la entrevista Cortés intentó convencerlo para dejar de tributar y aceptar la corona española, pero Olintetl se rehusó pues en el lugar se encontraba apostado un grupo de guerreros mexicas; no obstante, los españoles fueron bienvenidos y hospedados. El teuctli de Ixtacamaxtitlán, quien también era vasallo de Moctezuma, envió una invitación a los españoles y trató de convencerlos de seguir su ruta hacia Cholula para evitar el cruce por territorios tlaxcaltecas, pero Mamexi advirtió a Cortés de una posible celada y le propuso enviar mensajeros de paz a los dirigentes tlaxcaltecas para conformar una alianza en contra de los mexicas. Cortés, convencido de la fidelidad de los totonacas, siguió el consejo y prosiguió el itinerario preestablecido.


Ruta de Cortés en América.


Tlaxcala era una confederación de ciudades-estados unidas en una república gobernada por los integrantes de un senado. Tenochtitlan, estaba organizada de forma similar a un imperio; desde 1455 el poderío azteca estaba conformado sobre la base de una triple alianza cuyos integrantes eran los señoríos de Texcoco, Tlacopan, y Tenochtitlan, sin embargo éste último ejercía la hegemonía del poder. En esos años ambas confederaciones rivalizaron y comenzaron las guerras floridas en contra de Huejotzingo, Cholula y Tlaxcala. El objetivo principal del ejercicio bélico era la captura de prisioneros.
Bajo estas circunstancias de animadversión llegó Cortés al territorio de Tlaxcala al mando del ejército totonaca-español, el cual era numéricamente muy inferior con respecto a la densa población de Tlaxcala que se conformaba por los pinomes, los otomíes y los tlaxcaltecas, quienes vivían asentados en cientos de pequeñas localidades. El senado de Tlaxcala ya estaba enterado de los españoles y cuando recibieron a los mensajeros se reunieron para deliberar la propuesta de Cortés. Los principales representantes eran Xicohténcatl Huehue «el Viejo», Maxixcatzin, Citlalpopocatzin y Hueyolotzin. Al igual que los mexicas, los tlaxcaltecas consideraban a los españoles como semidioses pues las noticias al respecto de sus caballos y sus armas los habían impresionado. Maxixcatzin se inclinó por sellar la alianza y luchar contra sus acérrimos rivales, pero Xicohténcatl Axayacatzin argumentó la posibilidad de que los españoles no fueran semidioses, creyendo que la ambición que habían mostrado por el oro, los pequeños hurtos en los pueblos, la destrucción de templos y el desprecio de leyes ancestrales evidenciaba más un comportamiento humano que divino. La resolución fue atacar a los recién llegados: de lograrse la victoria se daría crédito a la nación tlaxcalteca, en caso de derrota se culparía a los otomíes de haber actuado en desobediencia a las órdenes del senado y se firmaría la alianza.
El 2 de septiembre de 1519 un grupo de quince indígenas sirvió de anzuelo, se dejó perseguir por los extranjeros hasta el desfiladero de Tecóac, donde Xicohténcatl Axayacatzin había preparado una emboscada con un gran número de guerreros otomíes. Ante la situación el propio Cortés leyó el requerimiento pero no fue atendido. Al grito de «¡Santiago y cierra España!» se entabló la primera batalla, cuyo resultado fue favorable para los españoles a pesar de encontrarse en desventaja numérica. Durante la noche que siguió, Cortés y sus hombres consideraron por primera vez la posibilidad de que su reducido ejército fuese aniquilado, estableciendo su campamento en el cerro de Tzompachtepetl.
Buscando siempre la alianza, Cortés envió mensajeros de paz recibiendo una respuesta de Xicohténcatl irónica: «¿Paces?, ciertamente, las celebraremos, venid a Tlaxcala en donde esta mi padre. Allí haremos los paces, hartándonos de vuestras carnes y honrando a nuestros dioses con vuestros corazones». A pesar del anuncio de exterminio los caballos, las armas y las tácticas militares españolas se impusieron a los tlaxcaltecas, quienes atacaban de forma inarticulada, sin cooperar entre sí, tratando siempre de capturar enemigos en lugar de liquidarlos.
De cualquier forma, las subsecuentes batallas no fueron victorias fáciles para el ejército conformado por españoles y totonacas. Por su parte, Xicohténcatl envió espías con comida y regalos a la guarnición española, pero éstos fueron descubiertos rápidamente. Cortés ordenó amputarles manos y pulgares a manera de escarmiento. El espionaje tlaxcalteca resultó un fracaso pues los espías delataron la posición y planes de su ejército. Durante un nuevo enfrentamiento en los llanos, el cual volvió a ser desfavorable para Tlaxcala, Xicohténcatl tachó de incapaz a su lugarteniente Chichimecatecle dando como resultado la deserción de las tropas de Ocotelulco y Tepetícpac.
Tras evaluar la nueva situación, y considerando las repetidas derrotas, el senado de Tlaxcala ordenó a Xicohténcatl Axayacatzin detener la guerra para negociar un acuerdo de paz. Xicohténcatl Huehue, Maxixcatzin, Citlalpopocatzin, Hueyolotzin y algunos otros señores importantes recibieron a los españoles el 18 de septiembre de 1519. En la reunión se estableció la crucial alianza para hacer frente a los mexicas. 




Guerra de Conquista

Tras el descubrimiento de Yucatán por Hernández de Córdoba, en 1517 del que ya hablamos, el gobernador de Cuba don Diego Velázquez solicitó el título de adelantado y gobernador de las tierras descubiertas y preparó otra nueva expedición de descubrimiento y rescate bajo el mando de Juan de Grijalva. Partió de Matanzas en 1518 y repitió la travesía anterior, pero Grijalva continuó descubriendo a partir de Champoton por el seno mexicano hasta la desembocadura del río Tuxpan. Desde allí, regresó a Cuba con abundantes rescates de oro (más de 20.000 pesos después de separado el quinto real) y noticias de que la nueva tierra pertenecía a un poderoso y rico señor que vivía en el interior.

Velázquez organizó otro viaje de descubrimiento y rescate, que puso al mando de Hernán Cortés, ahijado, compadre y antiguo secretario suyo. Cortés había participado en la colonización de Santo Domingo y en la conquista de Cuba. Su armada, compuesta de 11 navíos y unos 550 soldados, partió de Cuba el 10 de febrero de 1519. Se dirigió a la isla de Cozumel, donde encontró un español llamado Jerónimo de Aguilar, que llevaba ocho años viviendo entre los indios (era un antiguo poblador de Castilla del Oro, que había naufragado allí). Durante ese tiempo había aprendido la lengua maya, por lo que se convirtió en un eficacísimo colaborador de Cortés.

El capitán español prosiguió por la costa de Yucatán hasta Tabasco, donde recaló para hacer aguada y recoger algunos alimentos. Los indios se los dieron de mala gana y le pidieron irse. Cortés ordenó desembarcar y plantarles batalla. Tras la victoria, lograda gracias al espanto que produjeron los caballos, vino la paz, que los indios hicieron, según su costumbre, entregando 20 mujeres a los antiguos enemigos. Entre ellas estaba una joven mexica a la que se bautizó como Marina. Fue la amante de Cortés (madre de Martín Cortés) y otra fiel auxiliar suya, pues sabía náhuatl (a lengua de los aztecas) y maya, el idioma que conocía Aguilar.
Los españoles continuaron hacia el norte desde Tabasco y arribaron a San Juan de Ulúa, donde unos indios subieron a bordo y preguntaron por el "tlatoani" o señor. Llevados a presencia de Cortés, le dijeron que su señor Motecuhzoma les mandaba preguntar quiénes eran y quéde oro, ropa fina y adornos de plumería. Cortés aceptó naturalmente el presente, les dio a cambio algu deseaban. El Capitán contestó que venía a hacer rescates. Al día siguiente recibió unos regalos de piezas nas baratijas (cuentas de vidrio, una silla y una gorra) y les dijo que deseaba ver a su rey. La entrevista terminó con una exhibición de los caballos corriendo por la playa y con disparos de la artillería. Lo que más impresionó a los aztecas fue, sin embargo, el casco de un soldado, que les recordaba el que tenía su dios de la guerra: Huitzilopochtli. Cortés lo regaló. Traían también la respuesta de Motecuhzoma de que le resultaba imposible recibir a Cortés y sugiriéndole irse lo antes posible. El capitán español estaba ya dispuesto a quedarse. Orquestó una farsa con sus soldados más fieles, como resultado de la cual la tropa le pidió desobedecer la orden que traía de Velázquez de limitarse a rescatar y le exigió poblar en aquel lugar que ofrecía tantas riquezas. Cortés fingió sorprenderse y solicitó el plazo de una noche para meditar el asunto. Al día siguiente accedió, pero con la condición de que le nombrasen Capitán General y Justicia, y le dieran el quinto del botín que se obtuviera, una vez sacado el quinto real. Entre el 5 y 10 de julio de 1519, procedió a fundar una población que llamó la Villa Rica de la Veracruz, de la que se eligió Cabildo inmediatamente. A partir de este momento, Cortés se convirtió en un rebelde contra el gobernador Velázquez, quien le denunció ante el Consejo de Indias. El Consejo no dio su fallo hasta el 12 de octubre de 1522, después de conocer la noticia de la conquista de México, y fue injustamente el de rechazar las acusaciones de traición que se le habían formulado. El golpe quedó así legalizado.
Desde Veracruz, Cortés pasó al puerto de Quiahuiztla y de allí a Zempoala, cuyo cacique totonaca les recibió amistosamente y se quejó de los impuestos aztecas. Cuando Cortés salió de Veracruz en busca del territorio mexica se encontraron con otomíes a los que derrotaron y de los que se valieron para comunicarse con los tlaxcaltecas, quienes opusieron resistencia; pero igualmente fueron vencidos. Hernán Cortés, gracias a su diplomacia, logró una alianza con el jefe tlaxcalteca Xiconténcatl, con lo que pudieron establecerse por un tiempo en estos territorios. En estos momentos, Cortés sabia de sobra cuántos enemigos tenía el imperio azteca por abuso tributario. Asimismo, era necesario hacerse de gente que odiaba a los mexicas para emprender su plan. Para esto lleva a cabo muchas acciones como el buen trato, reparto de comida, cesión de títulos, etcétera, para ganar la confianza de los indígenas.

De vuelta al puerto hubo un incidente con los recaudadores aztecas, que pedían explicaciones al Cacique por haber albergado a los españoles. Cortés mandó apresar a los recaudadores y luego les puso en libertad, con un mensaje para su Emperador diciéndole que deseaba ser su amigo. Mandó luego reedificar Veracruz, destruyó los ídolos de Zempoala y preparó la marcha al interior. Para no dejar enemigos a sus espaldas (en su hueste había muchos Velazquistas), ordenó destruir las naves. Sacaron a tierra todo lo que tenía algún valor y las pusieron de través. Los cien marineros incrementaron la hueste conquistadora, que se integró así con 400 infantes y 15 ó 16 jinetes. A ella se añadieron 1.300 indios totonacas y 7 piezas de artillería. En Veracruz quedaron 150 enfermos o inútiles, bajo el mando de Juan Gutiérrez de Escalante.
Los españoles partieron el 16 de agosto de 1519 con dirección a Tlaxcala, por consejo del cacique de Cempoala, quien había asegurado a Cortés que era un pueblo enemigo de los aztecas y con el que podría aliarse. Al llegar allí fue recibido con hostilidad. Los españoles lograron detener las cargas del enemigo y al fin entraron en la capital (Tizatlán) como amigos. Después de descansar 20 días, y reforzados con miles de guerreros tlaxcaltecas, prosiguieron hacia Cholula, la ciudad santa azteca, donde Motecuhzoma tenía preparada una encerrona. Salieron con bien de ella después de hacer una enorme matanza de naturales, y alcanzaron finalmente Tenochtitlan el 8 de noviembre de 1519. Se trataba de una bellísima ciudad, en el centro de unos lagos y unida a la tierra firme por tres calzadas. Entraron en ella por la calzada de Ixtapalapa, en la que se agolpaba la multitud para verles. Allí les recibió Motecuhzoma, que venía en andas, rodeado de señores y con un ceremonial espectacular. Los españoles estaban tan asombrados por lo que veían que aquello les parecía, "las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís". El monarca azteca les condujo al centro de la ciudad y les alojó en el antiguo palacio de su padre Axayácatl. Al día siguiente, Cortés correspondió visitando a Motecuhzoma e invitándole a abandonar sus dioses, lo que pareció inexplicable al tlatoani, que pensaba que los españoles eran descendientes de Quetzalcoatl,. El cuarto día Cortés pidió permiso para visitar la ciudad. Motecuhzoma le acompañó personalmente, llevándole al gran templo, desde donde la divisó a vista de pájaro. Cortés volvió a decir al Emperador que debía abandonar sus dioses y Motecuhzoma comprendió al fin que los extranjeros eran sus enemigos. Disgustado, mandó a Cortés regresar a su palacio, mientras él se quedaba allí desagraviando a los dioses por haber llevado a los españoles al templo. Cortés había destruido su propio mito. Consciente entonces de su debilidad, dio un golpe audaz apoderándose por sorpresa de Motecuhzoma, a quien llevó preso a su palacio. Vino luego el reparto del botín encontrado en el palacio de Axayácatl, Poco después, Motecuhzoma enseñó a Cortés unas escrituras (pictografías aztecas) que había recibido en las que se decía que habían llegado a Ulúa otros españoles para prenderle y matarle. Se trataba de una fuerza de 1.400 hombres, 80 jinetes y 10 ó 12 cañones que Velázquez había enviado en 19 naves bajo el mando de Pánfilo de Narváez para someter al rebelde. Hernán Cortés comprendió que no podía esperar la llegada de Narváez a Tenochtitlan, donde le derrotaría con facilidad ayudado por los aztecas. También comprendió que si se marchaba de la capital azteca no iba a poder volver a ella, dadas sus condiciones defensivas. Decidió entonces partir al encuentro de su enemigo con sólo 80 hombres y dejar en Tenochtitlan los 120 restantes bajo el mando de Alvarado. En el camino hacia la costa fue enviando regalos de oro a los recién llegados para convencerles de lo inútil de pelear en una tierra tan rica, donde había para todos. El encuentro fue un simple combate de una hora en el que apenas hubo bajas. Cortés fue aclamado jefe de una poderosa fuerza armada, con la que pensó dominar fácilmente a los aztecas.
Al regresar a Tenochtitlan comprobó que las cosas habían empeorado. A su regreso a Tenochtitlán, Cortés se dio cuenta de una matanza realizada por Pedro de Alvarado hacia los indígenas durante la fiesta de Tóxcatl, dedicada a Huitzilopóchtli. Los hombres de Alvarado y los suyos quedaron sitiados por los guerreros enemigos en el palacio de Axayácatl. Para aliviar la tensión, mandó a Motecuhzoma que se asomase a una terraza y pidiese a su pueblo deponer las armas, pero le contestaron que ya no era su tlatoanií, sino su primo Cuitláhuac, que había sido elegido por el tlalocan o consejo. Los naturales tiraron piedras contra los españoles y una de ellas le dio a Motecuhzoma, que murió a consecuencia de la herida el 29 ó 30 de junio de 1520. Recrudecidos los combates, Cortés decidió evacuar la ciudad la noche del 30 de junio. El capitán dispuso bien la operación, pero fue un desastre, porque los indios atacaron a los invasores con canoas cuando éstos se encontraban en la calzada saliendo de la capital. La vanguardia se salvó, pero el centro del ejército y la retaguardia sucumbieron íntegramente. Perecieron cerca de 800 españoles y 5.000 indios aliados, además de 40 caballos. Tras abandonar la ciudad, siguieron huyendo con dirección a Tlaxcala. En Otumba lograron volverse contra sus perseguidores e infligirles una pequeña derrota, que levantó algo la moral. Los españoles encontraron tranquilidad hasta la región llamada Popotla donde Cortés lloró la derrota en un ahuehuete. Mientras en Tenochtitlán Cuitláhuac sucedió a Moctezuma; pero duró muy poco tiempo en el trono, ya que se enfermó de viruela y murió. Este emperador tenía la fama de ser un gran guerrero que tenía un gran odio por los españoles, por lo que su muerte para el pueblo mexica fue muy dolorosa. se explica la magnitud que tuvo la intromisión de enfermedades en la disminución del poder que ya había sido nuevamente concentrado en la capital tenochca. Vino, entonces, al poder Cuauhtémoc que era muy joven y durante su gobierno se dio nuevamente el regreso de los españoles, los cuales habían hecho crecer sus tropas con tlaxcaltecas y españoles que llegaron de algunas expediciones.

Cortés Refugiado en Tlaxcala, preparó un plan de conquista de Tenochtitlan. Buscó alianzas, disciplinó la tropa (prohibió el juego) y mandó construir unos bergantines por piezas, que trasladó luego a orillas del lago de Texcoco, donde los ensambló y botó (abril de 1521). De esta forma pudo sitiar la capital azteca. Luego mandó cortar el agua del acueducto de Chapultepec. Finalmente, el 30 de junio de 1521, dispuso un ataque general por las tres calzadas. Los aztecas resistieron heroicamente hasta el 13 de agosto de aquel año, cuando la ciudad se rindió a los españoles. Un bergantín capturó una canoa en la que huía Cuaúhtemoc, el monarca que había sucedido a Cuitláhuac. Fue llevado a presencia de Cortés, quien le retuvo prácticamente preso, si bien rodeado de consideraciones.
Hernán Cortés emprendió de inmediato la reconstrucción de Tenochtitlan para convertirla en la capital de la Nueva España, territorio destinado a convertirse en el primer virreinato de las Indias.



El Conquistador

Perfil social del Conquistador

-Las regiones que más hombres aportaron al Nuevo Mundo durante el siglo XVI fueron Andalucía, Castilla y Extremadura.

- Los contingentes que nutrieron las empresas de conquista estaban formados principalmente por hombres cuyas edades fluctuaban entre los 30 y los 45 años; es decir, personas ya maduras en una época en la cual alguien mayor de 40 años era considerado viejo.

El Conquistador español provenía de una Europa marcada por su rígida sociedad estamental, donde quienes no poseían bienes y riquezas tenían muy pocas posibilidades de modificar su situación social.

- Los Conquistadores y Colonizadores no procedián de la clase alta o dirigente (la nobleza, excepto la más baja NO se embarcó hacia América). Se trataba de hidalgos (hijosdalgo = “hijosde algo”, es decir gente sin apellido de cristiano viejo que buscaba colocarse en la nobleza) segundones, artesanos, algunos labradores, pastores, marineros, mercaderes, clérigos, oficiales relaes y representantes de las múltiples profesiones liberales de la época. Abrazaron su oficio por necesidad, no por vocación, salvo casos muy excepcionales.

- Albergaban la ilusión de superar su condición y acceder a privilegios que en Europa estaban reservados a la nobleza.

- La mayoría de ellos no tenía experiencia militar por lo cual se convirtieron en improvisados combatientes una vez en América.

- No eran gente culta, pero debe tenerse en cuenta que en el siglo XVI, incluso las clases altas adolecían de cultura. La educación constituía un fenómeno eminentemente urbano, y aprendian a leer aquellos cuyos oficios asi se lo exigían (clero, nobleza, mercaderes, profesiones liberales, funcionarios) y los que podían adquirir un libro, cuyo precio resultaba prohibitivo para muchos. Se acababa de inventar la imprenta y la oferta de libros era aún mínima.

Esperanzados y movidos por los fabulosos relatos de quienes ya conocían las nuevas tierras, se embarcaban en los navíos apostados en Sevilla con destino a América.

Pero las motivaciones para salir de España no se limitaban únicamente a un afán de ascenso social.

Poder y riquezas, honra y fama eran ingredientes fundamentales para enrolarse en las huestes indianas y condicionaban el accionar de los españoles. Se aspiraba a ser reconocido y recordado, y regresar a las tierras de origen cargado de riquezas y títulos.

Así es posible comprender la incesante búsqueda de la Fuente de la Eterna Juventud o del mítico El Dorado; la internación en parajes inhóspitos y a menudo inaccesibles para conquistar súbditos en nombre del Rey; el esfuerzo físico desplegado en extensas jornadas bélicas; y la ostentación de una vida centrada en las apariencias.


Perfil cultural del Conquistador

Los hombres que formaron las tropas conquistadoras fueron hombres que vivieron entre la Edad Media y la Edad Moderna.. En su mentalidad eran gente entre medievales y modernos, por lo que se manifestaron en ellos una serie de caracteristicas propias de ambas épocas.

Las características positivas suelen atribuirse a su medievalismo y las negativas a su renacentismo.

- Características de raiz Medieval:
1) Providencialismo: les llevaba a considerarse como los portadores de la verdadera fe, que por su intermedio debía propgarse a quienes aun la desconocían. Su religiosidad parece probada por el hecho de que jamás se rebeló contra sus jefes, cuando éstos destruyeron los ídolos indígenas poniendo en peligro la supervivencia de la misma hueste.

2) Predestinación. Relacionado con el providencialismo, justificaba los hechos como producto de un entramado de origen divino que les debía conducir inexorablemente hacia un destino determinado e inevitable.

3) Espíritu caballeresco. Les impulsaba a servir a Dios y al Rey.

4) Buscar obtener mercedes Reales (asociadas al Espíritu Caballeresco): Se asociaba el servicio a la Corona con las mercedes otorgadas por ésta en pago a los servicios recibidos.

5) Ideal Señorial de Vida: consistía en tener vasallos como manifrestación externa de autoridad y de prestigio.La imagen señorial constituyó la verdadera obsesión de todo conquistador, pero pocos lograron realizarla. La Corona estuvo en guardia contra las tendencias señoriales que minaban su realengo y cortó muy pronto sus mercedes de títulos nobilarios a los conquistadores (apenas se dieron los del Marqués del Valle de Oaxaca y Marqués de Cajamarca). La nobleza castellana aplaudió la medida, pues consideró a los conquistadores como unos advenedizos que pretendían ensalzarse por haber matado unos cientos o miles de indios. Más fácil fue conseguir encomiendas o cargos administrativos, pero la mayor parte carecía de preparación adecuada para los últimos.

6) Escaso espíritu crítico, que le llevaba a creer en leyendas fascinantes: Le conducía a efectuar descripciones falsas y sobredimensionadas sobre lo que veían (y lo que no veían) en sus viajes y exploraciones, perseguir mitos como el Paraiso Terrenal, la Fuente de la Eterna Juventud, las ciudades áureas de Cibola, El Dorado, los pueblos de gigantes y de amazonas, etc

7) Fanatismo. Era que les hacía irreductibles y ciegos ante situaciones que en condiciones normales les habrían llevado a desistir del esfuerzo realizado por alcanzar un propósito

8) Espíritu combativo: fue una característica muy evidente, pero hay que tener en cuenta que usualmente era resultado de la situación en que se encontraba: metido en territorio enemigo y rodeado de adversarios, sin posibilidad de volver atrás.

- Características de raiz Renacentista
1) Individualismo: Los Conquistadores anhelaban realizar hazañas con el fin de ser recordados despues de modo personal. Era la concepción renancentista de la fama.

2) Afán de obtener riquezas.La codicia se advierte fácilmente en muchos personajes principales (Cortés, Ordás, Pizarro, Alvarado, Benalcázar, etc.) que, una vez logrado un buen botín, volvían a invertir lo ganado en nuevas empresas conquistadoras, pero esto no debía ser lo frecuente, sino lo anómalo, y propio de hombres muy ambiciosos. Lo que de verdad buscaba el soldado Conquistador era retirarse después de haber obtenido un buen botín o, lo que es mejor, una encomienda, para no tener que empuñar la espada en el resto de sus días. Su codicia, la del soldado, hay que comprenderla así, como un pecado natural de quien nada tiene y lucha por conseguir algo para mejorar su vida.

3) Sentido pragmático en orden de legitimar cualquier medio que condujera a obtener un fin determinado. En concreto en cuanto a su crueldad para con los indios, no puede comprenderse salvo en el caso de que lo hiciera para aterrar al enemigo y obligarle a rendirse lo antes posible. Los Conquistadores hicieron barbaridades, como encerrar a los indios en chozas y prenderles fuego, aperrear a los naturales, cortarles manos y narices, etc., cosas que parecen indicar un refinado sadismo propio de seres inhumanos. La verdad es que las guerras coetáneas eran prolijas en ejemplos de salvajismo humano. Aterrar al enemigo para que se rindiera parece que era quizá todavía lo es- la regla áurea de toda campaña militar. Quizá la mejor aproximación que puede hacerse a la figura del Conquistador, es la de pensar que se trata de un maldito de la sociedad española que trataba de distinguirse mediante su sacrificio personal, y hasta límites extremos, para convertirse finalmente en un funcionario o en un encomendero.

- Otros aspectos
Al margen de los cambios que se sucedian en la mentalidad europea, en tránsito del Medioevo al Renacimiento, hubo aspectos que formaron parte de una cultura propia peninsular y que marcaron el espiritu de aquellos aventureros.

El impulso del Conquistador por propagar la fe, al margen del providencialismo medieval, respondía a una situación especial de la Peninsula Ibérica: la Reconquista. Durante 800 años se desarrolló la Reconquista:

Durante la mitad del siglo XV -que fue la epoca en la que nacieron muchos de los Conquistadores de América- fue la etapa decisiva en la lucha de la monarquía castellana por terminar con lo que quedaba del dominio político musulmán en su territorio. Por eso la Reconquista no fue solo un conflicto político, sino fundamentalmente una guerra de religión: una “cruzada”. Los Conquistadores se formaron en ese espiritu de cruzada, de lucha contra los “infieles”. Esto fue un factor más para entender el afan de propagación del cristianismo que se mostró en América.

Evidentemente no eran antropólogos, ni arqueólogos o etnógrafos y destruyeron por ignorancia lo que encontraron en sus campañas militares de Conquista. Destruyeron por erradicar las idolatrías que ellos consideraban pecado contra Dios y contra la Naturaleza.

La Hueste de la Conquista


La expansión de la Indias se produjo a través de la hueste indiana, que tenía raíces medievales. La Corona en escasa ocasiones organizó expediciones de conquista o descubrimiento. Silvio Zavala establece unos principios para explicar la aparición de la hueste indiana. En ellos relaciona, en un sentido de continuidad, a la hueste castellana con la americana. Sin embargo, se observan grandes diferencias entre ellas. Vargas Machuca, en su caracterización de la hueste conquistadora habla del capitán de ésta como jefe- compañero más que como señor feudal de la mesnada, no existiendo las relaciones de vasallaje que podían establecerse en las tropas que hicieron la reconquista  frente a los musulmanes.
Los individuos de la hueste se alistaban libremente y no existían entre ellos relaciones de vecindad o gremios determinados, por lo que nada tienen que ver con las tropas gremiales o concejiles. 



En resumidas cuentas, la hueste aparece tan pronto la Corona se dio cuenta de la imposibilidad de sufragar, por parte de la Real Hacienda, los enormes gastos  que va a a ocasionar la conquista del Nuevo Mundo.
Las huestes indianas, eran una particular agrupación de caudillo con gente de guerra. que , voluntariamente y sin sueldo, se ponían bajo su tuición para llevar acabo una expedición de descubrimiento, conquista, poblamiento o rescate, con la esperanza de obtener mercedes de la Corona.
Las huestes podían organizarse en España o en las Indias. En ciertos momentos la Corona prefiró que se llevara gente de España por el riesgo de desploblamiento que se producía en las Indias.
Era frecuente que la hueste se reclutara en España y se completara en Indias. La escala en América se aprovechaba muchas veces para desertar, pues los enrolados preferían probar suerte como pobladores antes que seguir hacia su incierto destino. También se reclutaron muchas huestes en Indias, sobre todo en las islas, donde se vivía una gran crisis económica a fines del primer cuarto del siglo XVI. Los Capitanes Conquistadores preferían los hombres aclimatados al medio americano. Casi nunca se dio el caso de que una Hueste hubiera sido formada íntegramente en la Península. Tras el viaje marítimo correspondiente y la escala antillana, se llegaba a la antesala del objetivo previsto, donde solía hacerse el alarde: un recuento y revista de la fuerza combativa disponible. Podía verse entonces la impresionante anarquía de vestido y armamento de los Conquistadores.


Cada soldado se ponía encima lo que le parecía e iba armado como podía. Proliferaban toda clase de jubones y calzas, así como cascos, cotas, morriones, celadas, rodelas, alguna cota de malla y muchos acolchados de algodón contra las flechas. De las armaduras se tomaban sólo algunas piezas de la parte superior del cuerpo. Abundaban las armas blancas como espadas, picas, lanzas y ballestas, aunque también había algunos mosquetes, arcabuces y falconetes. La artillería solía ser escasa y muy ligera. Constituía una de las grandes armas contra los indios, junto con los caballos y los perros. Los caballos iban protegidos con pecheras y llevaban petrales de cascabeles para infundir temor a los nativos. Daban derecho a una parte del botín. En cuanto a los perros, los hubo muy famosos por su agresividad hacia los indios.  

       

Los cronistas de la Conquista

La conquista de México Tenochtitlán ha sido interpretada de muy diversas maneras de acuerdo con las particulares circunstancias de los historiadores y de la época en que se haya escrito sobre ella. A continuación se escribe una revisión de diversas versiones, que nos dejaron de ese magno acontecimiento algunos indígenas y españoles, que fueron actores o fueron informaos por personas que participaron en él; así como de algunos mestizos de los siglos XVI Y XVI, quienes, aunque obviamente no fueron testigos presenciales, ofrecen un punto de vista de gran interés, al ser ellos considerados germen de la cultura mexicana actual.


Versiones indígenas:


Diversos grupos indígenas nos legaron su testimonio de la manera como sufrieron la conquista española, especialmente los grupos de cultura náhuatl dejaron plasmada su visión de este hecho, ya sea que ellos mismos la hayan escrito en su propio idioma o en el de los vencedores, o la hayan comunicado a otros, generalmente a algún religioso español como informantes.
Los más antiguos testimonios indígenas de la conquista, que han llegado hasta nosotros, son algunos cantares compuestos por pocos cuicapicque o poetas nahuas sobrevivientes, como el manuscrito anónimo de Tlatelolco y los cantare mexicanos. Estos cantos constituyen un lamento por la derrota sufrida por los mexicas, por ejemplo:


"Llorad amigos míos, tened entendido que con estos hechos hemos perdido a la nación mexicatl. ¡El agua  se ha acedado, se acedó la comida! Esto es lo que ha hecho el dador de la Vida en Tlatelolco..."1 Manuscrito "cantares mexicanos",
Edición facsimilar de Antonio Peñafiel, México, 1904, citado en la visión de los vencidos p XVII.






a) Anales históricos de la nación mexicana
La primera relación histórica indígena de la Conquista fue escrita apenas siete años después de dicho acontecimiento. Se trata un manuscrito que actualmente se encuentra en la biblioteca Nacional de París, que es conocido bajo el título de Anales históricos de la nación mexicana escrito en náhuatl, pero con caracteres del alfabeto latino. El autor o autores de este texto seguramente fueron tlacuilos indígenas (escribas) o un tlamatinime (sabio) que en estrecho contacto con los primeros evangelizadores aprendió a transformar en náhuatl en alfabeto. El texto tiene  un origen indudablemente tlatelolca. Al leer el relato se tiene la impresión de que toda la valentía y proezas son exclusivamente tlatelolcas. Los tenochcas aparecen actuando de manera apoco ejemplar.
El relato más cercano a una versión prehispánica de los hechos. Inspirado en formas literarias y en estructuras del relato precolombinas. El modelo del Xiuhámatl (anales) es evidente desde el principio del relato:


"año trece -conejo. Se vinieron españoles sobre el agua...
Año uno caña. Fue cuando los españoles surgieron...


Dentro del canto encontramos un bello icnocuicatl (canto de huérfano) que habla de la desesperanza de los aztecas vencidos después de la toma de méxico.Tenochtitlan.  A continuación un fragmento:


"En los caminos yacen dardos rotos,
las cabellos estan esparcidos.
Destechadas están las casas, enrojecidos los muros.
Gusanos pulula por calles y plazas, y en las paredes están los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos, es como se bebiéramos agua de salitre..." Visión de los vencidos.








b) El libro XII del códice Florentino
Este documento, que contiene parte de la monumental recopilación de datos del mundo náhuatl que realizó el franciscano Bernardino de Sahagún nos ofrece una versión indígena de la Conquista de acuerdo con el sentir de los informantes tlatelolcas de Sahagún. La parte esencial de este relato fue recogida y esclarecida entre 1550 y 1551, Tanto por sus dimensiones como por la calidad de la narración, es el más importante de los relatos de la conquista en lengua náhuatl de que disponemos en la actualidad. Abarca desde los presagios funestos hasta un discurso en el cual Cortés después de la toma de la Triple Alianza (Tenochtitlán-Texcoco-Tacuba), exigiéndoles la entrega de sus tesoros.
Al igual que el texto anterior, la versión que ofrece el Códice Florentino es proclive hacia los tlatelolcas y hostil hacia los tenochcas, debido al origen de los informantes de Sahagún, quienes quisieron reivindicar la resistencia de su pueblo contra el invasor.









c) Códice Aubin
Otro texto de origen indígena que nos ofrece su versión de la Conquista es el llamado códice Aubin, que fue elaborado hacia 1576 o quizás unos años mas tarde. Como en el caso de los anales históricos de la nación mexicana, es heredero del género hispánico del Xiuhamatl. El códice se presenta como un conjunto de jeroglíficos en el que cada signo figurativo o ideográfico va acompañado de un comentario en náhuatl redactadomediante el alfabeto latino.
El códice registró, en lo relativo a la Conquista, algunos testimonios orales tlaxcaltecas, sin embargo no ofrece una visión proclive a este pueblo.





Fuentes españolas.


a)Hernán Cortés
La versión que de la conquista de México-Tenochtitlán nos ha dejado uno de sus principales actores, si no  es que el principal, ha llegado hasta nosotros a través de sus Cartas de Relación, que dirigió al emperador Carlos V, casi simultáneamente a los hechos que se relataban. lo cual las convierte también como en uno de los primeros testimonios escritos de la Conquista.
Son cinco las cartas que reciben este nombre, aunque la primera se ha extraviado, se sustituye por la que envió el ayuntamiento de la villa Rica de la Vera Cruz a la Corona documento en el cual no es temerario ver la mano de Cortés, por la influencia que ejercía sobre dicha municipalidad. Las demás cartas están fechadas en el lapso que va de 1520 (la segunda) hasta 1526 (la quinta) todas ellas escritas en la Nueva España.
Lo primero que ha llamado la atención a cuantos se han acercado a ellas es el tono mesurado, sobrio, del relato. Ante hechos que hubieran sobresaltado a cualquiera, Cortés mantiene el tono tranquilo, por ejemplo relata la destrucción de las naves , o cuando se da cuenta de los odios irreconciliables que dividen a los grupos indígenas, o cuando se entera que moctezuma piensa que los españoles son enviados del Dios Quetzalcoatl. En cambio, encontramos en él una enorme admiración por la magnitud y belleza de las tierras que descubre, por la pujanza y diversidad de las organizaciones sociales e indígenas muy superiores a todo lo que hasta entonces habían encontrado los españoles  en América. El conquistador quedó conquistado. Lo cual es notorio en las descripciones que os ofrece de las ciudades indígenas: Tlaxcala, Cholula y Tenochtitlán, especialmente minucioso es el cuadro que nos pinta del mercacdo de tlatelolco.
Cortés piensa que la diferencia principal entre los naturales y los españoles es la diversidad de la religión, es decir, que atraídos los indígenas al cristianismo, su identificación con los españoles será perfecta. Por ello se muestra impaciente y quiere que los nativos dejen inmediatamente la idolatría: destuye ídolos y planta cruces; incluso el religioso mercedario, Fray Bartolomé de Olmedo, que acompaña a las huestes del extremeño tiene que solicitar a éste una actitud más tolerable y paciente.
En la segunda carta de relación, su autor nos muestra cómo en un principio siguió una política de atracción hacia los diferentes grupos indígenas, de esta manera consiguió la alianza con los cempoaltecas y con los tlaxcaltecas, incluso llegó a pensar en la incorporación pacífica de los dominios de Moctezuma a los de Carlos v, de hecho presionó a aquél para que se declarase vasallo del emperador europeo, a lo cual accedió; pero Cortés no se daba cuenta del verdadero estado de ánimo de los mexica, que como miembros de un pueblo dominante y guerrero no iban a aceptar tranquilamente la sujeción de los extranjeros. Los mismos españoles, siempre de acuerdo con el punto de vista de Cortés, tendrán mucho que ver en el levantamiento de los aztecas contra ellos. Al llegar Narváez a las costas veracruzanas trata de desacreditar a Cortés ante los indígenas. Alvarado provoca en la capital tenochca, ante la ausencia de su jefe, la matanza de la fiesta en Toxcalt, con lo cual solivianta aún más los ánimos de los mexicas. Al regresar Cortes  piensa que todo se puede arreglar pacíficamente, al no suceder esto, es entonces cuando surge  el Cortés que nunca hubiéramos querido ver, el que habla de exterminio y de guerra sin cuartel, enloquecido por la pérdida de aquello que ya consideraba suyo. Ahora se siente traicionado y cambia su política de atracción por la de destrucción.
La nueva actitud del extremeño es patente en su tercera carta de relación, en donde lo vemos no inmutarse ante las atrocidades que cometen sus hombres y sus aliados indígenas en los pueblos que van derrotando en su marcha hacia Tenochtitlán, en cambio se conmueve hasta el extremo, no ya con la muerte de un compañero suyo, sino con la de una simple yegua. En él se ha producido la escición inevitable de todas las guerras: el nosotros y ellos.
Al ir destruyendo la ciudad que tanto había admirado, notamos en él un sentimiento de pena. Admira a los mexicas por la valentía y el tesón admirables que demuestra en la defensa de su libertad. Nos refiere al famoso episodio de su entrevista con el último monarca azteca, Cuauhtémoc después que este fue capturado:


"llegose a mí y díjome en su lengua que ya él había hecho todo lo que de su parte era obligado para defenderse a sí y a los suyos hasta venir en aquel estado, que ahora ficiese de él lo que yo quisiese; y puos la mano en un puñal que yo tenía; diciéndome que le diese de puñaladas y le matase"


En la cuarta relación, s autor narra la organización y crecimiento de la naciente colonia. Encontramos dos ideas básicas que informan toda su política: conseguir la conservación de los indígenas y logara el arraigo de los españoles en las nuevas tierras. No quiere que se repita la destrucción de los naturales que se dio en las Antillas. Por ello solicita el buen trato para ellos y así acepta la encomienda  es como un mal menor: para recompensar a los conquistadores y para que estos se arraiguen en estas tierras, porque de otra manera sería necesario un ejército de ocupación .
La quinta carta trata, casi en su totalidad, de la desastrosa expedición a las hibueras. Encontramos a  un cortés a punto de perder la serenidad ante todas las calamidades que se presentan. La carta concluye con el regreso del conquistador a la ciudad de México y la muerte de su juez de residencia, Luis Ponce de León.
En los veinte años que trascurren entre su regreso a las Hibueras en 1526 hasta su muerte en 1547, su correspondencia con el Rey está llena de quejas, descargos, señalamientos de sus méritos y reclamaciones hacia los que gobiernan la Nueva España: Nuño de Guzmán, el virrey Mendoza, etc. Su actitud es la de un celoso, atormentado porque otros poseen y disfrutan lo que había sido se gran amor: las tierras que el mismo bautizó como la Nueva España. El conquistador acabó sintiéndose más apegado al suelo por él obtenido que la suelo nativo, por ello en la primera clausula de su testamento pide que sus restos mortales sean llevados a la ciudad de México.
Las cartas de relación cortesianas impresas tempranamente, la segunda carta se publicó por Jacobo Cronberger en Sevilla en 1522, y ampliamente difundidas por toda Europa a través de traducciones a diversos idiomas: latín, alemán, italiano, francés, etc. se hicieron acreedoras a la censura real y pasaron a la lista de las obras prohibidas desde el año de 1527. El artículo que contiene la prohibición de lectura de las cartas de relación.
El estudioso Marcel Bataillon nos explica las razones de esa censura:
"En 1527, ya están los consejeros de la corona hartos de meditar sobre el peligro que significa dar una situación privilegiada a un descubridor y a sus herederos. No quieren que el conquistador de la Nueva España se convierta en héroe fundador y epónimo del nuevo reino gracias a la difusión de las Relaciones de su conquista. En la cuarta carta de relación, publicada en 1526, se erguía claramente en actitud de legislador y hombre providencial que sabría gobernar al país tan bien como supo conquistarlo"







b) Díaz del Castillo
La más célebre crónica de la Conquista de la Ciudad de México es la que escribió uno de los soldados de la mesnada cortesiana, nos referimos a la Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo. Nación entre 1495 y 1497 en medina del Campo, realizó pocos estudios y pasó desde su juventud a América, estuvo en las Antillas, el Darién y participó en las expediciones a tierras mexicanas de Hernández de Córdoba, Grijalva y Cortés, y en sus sucesivas exploraciones y pacificaciones hasta morir en la ciudad de Guatemala. Su libro, y su vida son una sola cosa, lo que sabemos de su vida es lo que consignó en su historia, la cual reelaborada a lo largo de sus últimos años de existencia. Sabemos que trabajaba en ella cuando aún tenía 60 años de edad y no la concluyó nunca. Su obra quedó inédita, fue publicada por primea vez por el fraile mercedario Alonso Remón, en Madrid en 1632.
Bernal es la persona que se siente llamada a escribir para dar a conocer los hechos en que ha participado. Nos cuenta todos sus recuerdos, dándonos en su Historia esa riqueza de su vida auténtica que nos lleva a asistir con él a la marcha de ese puñado de hombres que conquista el señorío más importante de Mesoamérica.
Cuando nuestro autor ya estaba escribiendo llegó hasta sus manos el libro del capellán de Cortés, Francisco López de Gómara; al principio Bernal se sintió desilusionado ante la belleza de estilo y erudición del clérigo y pensó en dejar de escribir, pero el papel tan destacado que este do a Cortés en su relato, motivó a Bernal a continuar con su manuscrito para demostrar la importancia de todos los miembros de las huestes de los del extremeño en su conquista y no solo de su capitán. Incluso el libro de Gómara le pudo servir de esquema para su relato a Bernal.
Bernal se queja, precisamente, de no haber sido recompensado debidamente, lo cual no era del todo cierto, recuérdese que al final de su vida fue encomendero. Le critica a Cortés que en el botín siempre se queda con la parte del León. Bernal tiene actitud del criado viejo que no puede vivir sin su señor, pero no pierde ocasión de criticarlo. Alaba las virtudes de su Capitán, pero no deja de señalarle su falta de generosidad con los soldados. El autor destaca mucho el papel de estos, él no pasó nunca de serlo y en ocasiones nos pinta a Cortés movido por una camarilla de sus hombres, Otra de las razones que tuvo para escribir su obra fue su deseo de fama, de pasar a la posteridad y su historia le servirá de instrumento para conseguirlo.
El valor histórico de su obra es muy grande, no es que sea un autor de veracidad indiscutible, nadie lo es, pero si mantiene un rango de hombre sincero y deseoso de decir la verdad. Para nuestro autor la historia es el testimonio de las acciones que se han visto y en las que ha participado, por ello cuando él os estuvo presente en algún acontecimiento indica escrupulosamente de donde tomó los datos, En esa precisión es muy superior a muchos de sus contemporáneos, incluyendo a Gómara.





c) Francisco López de Gómara


Francisco López de Gómara o Gómora estudió en la Universidad de Alcalá, donde posteriormente desempeñó con brillantez la Cátedra de Retórica que abandonó posiblemente para hacerse sacerdote. Había nacido en Gómara, cerca de Soria, el año 1511 (otros autores creen quevino al mundo en Sevilla en torno a 1510). Tras ordenarse viajó a Roma, ciudad en la que conoció a Saxon Gramático, famoso historiador de Alemania y al arzobispo de Upsala, Olao Magno, quien le ilustró sobre las antigüedades y la historia de los pueblos septentrionales. A su regreso de Roma fue Capellán de Hernán Cortés, nombrado ya Marqués del Valle. Inició su “Hispania Victrix” y acompañó al Conquistador en su expedición a Argel. Al morir Cortés desapareció el rastro de Gómara, aunque algunos biógrafos afirman que estuvo en Amberes el año 1558 y se retiró posteriormente a Gómara, donde murió hacia el año 1562.
La “Hispania Victrix” consta de dos partes perfectamente definidas, que son la Historia General de las Indias, dedicada al Emperador, y la Historia de la conquista de México, dedicada a Martín Cortés, hijo y heredero del Marqués del Valle. Su autor defiende la unidad de ambas partes, lo que evidencia la intención de resaltar la hazaña de Cortés como la culminación de la Historia de Indias. Es por esto que ocupa mucho más espacio que la propia Historia General.
La Historia de las Indias es una obra muy interesante donde hace una descripción de cada uno de los territorios americanos, precedidos de copiosos datos etnográficos. Es una historia providencialista que recrea la maravilla de la creación divina y el descubrimiento y conquista reservado a los españoles. Abundan datos sobre los fenómenos naturales americanos (p.e. la Corriente del Golfo) y sobre su flora y fauna, especialmente las antillanas. Su conjunto es asistemático y está recogido en el criterio geográfico que guía la obra, en la que se advierte a menudo la ascendencia de Anglería y de Oviedo. Para su elaboración empleó algunos datos suministrados por protagonistas de la conquista indiana, como Andrés de Tapia, Gonzalo de Umbría, Pedro Ruiz de Villegas, Sebastián Gaboto, etc. El libro esta escrito con un estilo ameno y agradable, que invita al lector a adentrarse en el conocimiento de los sucesos indianos.
La Historia de la conquista de México es muy diferente, pues está hecha con un criterio triunfalista y personalista, siguiendo los relatos hechos por el propio Hernán Cortes. Mas que una historia es una biografía de carácter plutarquiano destinada a agigantar la personalidad cortesiana. La “Hispania Victrix” se publicó en Zaragoza por Pedro Bernuz y Agustín Millán el año 1552 y el mismo año la imprimieron en Amberes Martín Nucio y Juan Steelsio. Posteriormente fue impresa en Venecia en 1560 y 1565 por Agustín Carvaliz, natural de San Sebastián, traducida al italiano, y Lucio Mauro hizo una nueva versión a la misma lengua en Roma el año 1556. Además se hizo un extracto de la misma con el titulo de “Descripción y traza de todas las Indias”, que se imprimió en Amberes en 1553. Finalmente Martín Fumée, señor de Genille, la tradujo al francés, imprimiéndola en París el año 1578. El éxito de estas ediciones facilitó la reimpresión de la obra en Medina del Campo el año 1553 (edición que se presenta en esta Exposición), y en Zaragoza y Amberes en 1554.
Los compañeros de Cortés en la conquista de México consideraron la obra de Gómara una crónica malintencionada destinada a exaltar la acción personal del Marqués del Valle y la acusaron de estar llena de inexactitudes. Uno de tales compañeros fue Bernal Díaz del Castillo, que se sintió obligado a restablecer la exactitud histórica escribiendo la “Verdadera historia de la conquista de Nueva España” donde hizo notar los muchos errores de Gómara. Esta obra de Bernal es uno de los grandes monumentos de la historiografía indiana. No fue el único, sin embargo. El Inca Garcilaso también puso de relieve los errores de Gómara y señalo en sus Comentarios reales que el lance entre Carbajal y Diego Centeno había sido escrito siguiendo solo la versión del ultimo de ellos.
El Consejo de Indias, empeñado en burocratizar el Nuevo Mundo, sacándolo del poder señorial, promovió la real cédula del 17 de noviembre de 1553, dada en Valladolid, que ordenó recoger la obra de Gómara y llevar al Consejo cuantos ejemplares pudieran hallarse, imponiendo una pena de doscientos mil maravedises a quienesen adelante lo imprimiesen o vendiesen. El descrédito de Gómara y la recogida de los ejemplares de la “Hispania Victrix” motivaron que ésta permaneciera en un olvido injusto hasta 1727, cuando el erudito don Andrés González Barcia logro levantar el entredicho que pesaba sobre ella y la publicó en su Colección de Historiadores Primitivos de Indias.





El punto de vista mestizo


a) Fray Diego Durán
La Historia de las Indias de Nueva España e Islas y Tierra Firme de fray Diego Durán ha sido ubicada, al lado de otra notable obra, la Historia general de las cosas de Nueva España de fray Bernardino de Sahagún; las dos pertenecen al segundo periodo de la Colonia, y su propósito fundamental fue la explicación y rehabilitación del pasado precolombino. Ambas se realizaron entre 1558 y 1581, aunque sus objetivos, temas y métodos están relacionados todavía con los trabajos inmediatamente anteriores, especialmente con el realizado por el franciscano fray Andrés de Olmos.
La crónica de Durán está conformada por tres libros: El primero, terminado en 1570, fue titulado por Fernando Ramírez Libro de los ritos y ceremonias en las fiestas de los dioses y celebración de ellas. Es una relación descriptiva de las principales deidades mexicas, donde se exponen sus características formales, sus atribuciones, sus rituales y fiestas correspondientes. Comienza este tratado intentando incorporar a los naturales del Nuevo Mundo en el contexto del pensamiento cristiano, manifestado en el Evangelio de San Marcos. Dios mandó a sus apóstoles que fueran por todo el mundo y predicaran a toda criatura; de ahí que inicie esta primera parte de la crónica refiriéndose a Topiltzin, a quien compara con Santo Tomás, por lo maravilloso de sus hazañas y su labor proselitista. Para Durán, los indígenas habían recibido de este “santo varón” que tuvo que replegarse por los mares tras la persecución de Tezcatlipoca, la palabra de Cristo. Posteriormente presenta la relación de los diversos dioses mexicas comenzando con los más temidos y reverenciados, Huitzilopochtli y Tezcatlipoca, de quienes ofrece una detallada referencia respecto a su imagen, templos, culto y sacrificios que se efectuaban en su honor.
El segundo libro, el más breve, que concluyó en 1579 y tituló el propio autor Calendario Antiguo, es complemento del primero, puesto que aborda con mayor detenimiento las festividades que celebraban en honor a los dioses tratados anteriormente y el cómputo calendárico organizador de dicho cosmos. Comienza por describir el calendario y su división en meses y días; proporciona la denominación de los signos favorables o desfavorables para diversas actividades de su vida: nacimiento, matrimonio, ventas, tratos, viajes y describe su representación pictórica; posteriormente narra las distintas ceremonias que efectuaban los antiguos mexicanos en el transcurso de esos 365 días. En el Calendario antiguo aparecen, como en el primer libro, interesantes referencias sobre la sociedad de aquel entonces; de esta forma explica, entre otras cosas, que el privilegio de tener muchas mujeres estaba reservado únicamente a los principales.
El tercero y más extenso libro que da nombre a la crónica Historia de las Indias de Nueva España e Islas y Tierra Firme, lo terminó en 1581. Para la elaboración de esta interesantísima revisión histórica, que abarca desde la salida de las siete tribus de Aztlán en 820 hasta la conquista de México por Hernán Cortés y la implantación del cristianismo, Durán se fundamentó básicamente en la Crónica X, hasta hoy desconocida a la que alude insistentemente como la “historia”, en las pinturas antiguas a las que pudo allegarse, y en los testimonios orales de indígenas y españoles que sobrevivieron a la conquista. Fray Diego Durán comparó distintas fuentes que le informaron sobre un mismo hecho, manifestó su opinión respecto a determinados sucesos; hizo, como señala Ángel María Garibay, crítica histórica. Frecuentemente expresó su admiración respecto a las instituciones sociales y políticas que regían la vida de los antiguos mexicanos y sobre los preceptos morales que debían cumplir.
 Durán narra en su obra el proceso de expansión militar y económica de los mexicas; destaca el poderío de este pueblo que llegó a formar aquel vasto imperio que asombró a los españoles; equipara la valentía de los guerreros indígenas con la del Cid o la de los Doce Pares; nos da cuenta de los distintos tributos que estaban obligadas a entregar las provincias sujetas, tales como piedras, plumas, cacao, algodón, mantas, pájaros y otros animales, y de la resistencia impuesta inicialmente por los moradores de Ahuilizapan, Michoacán, Huexotzinco y Cholula, entre otros, ante los embates mexicas.
 Cuando José Fernando Ramírez tuvo conocimiento de la existencia de ese documento que fray Diego envió a España y, del que hasta el siglo XIX no se volvió a saber, mandó inmediatamente a hacer una copia. 






b) Códice Ramírez


Entre los textos escritos originalmente en español que ofrecen una versión indígena, cuando menos parcialmente de la conquista, encontramos el llamado códice Ramírez. El cual es una segunda versión que el jesuita Juan de Tovar realizó hacia 1586, de su obra perdida: Relación del origen de los indios que habitan esta Nueva España según sus historias.
El relato de la conquista que presenta el códice Ramírez es totalmente texcocano, escrito a la gloria de don Fernando Cortés Ixtlilxochitl, quién aparece siempre en un primer término participando en los hechos de armas más heroicos al lado de Hernán Cortés.
Tovar recurrió a una fuente texcocana original, probablemente redactada en náhuatl, la cual ha sido identificada por Robert H. Barlow como crónica X, o también denominada Historia Mexicana, en la cual, como veremos más adelante, se bastaron varios autores de la época.
Al relato que los tlatelolcas habían escrito para conmemorar su resistencia frente al invasor, los texcocanos respondieron con un himno en honor de aquel de sus príncipes que escogió cooperar con mayor devoción a la causa hispana.





c) Muñoz Camargo


La versión tlaxcalteca de la conquista la encontramos en la Historia de Tlaxcala del mestizo Diego Muñoz  Camargo.
Charles Gibson en su interesante artículo: “the identity of Diego Muñoz Camargo”, ofrece valiosa información biográfica sobre este historiador, cuyo padre fue un conquistador que llegó a la Nueva España  en 1524 con González de Salazar y participó en diversas campañas de sometimiento de indígenas. Su hijo Diego fue fruto de la unión ilegítima con una tlaxcalteca, de quién no se tienen noticias. Este nació probablemente en Tlaxcala entre 27 de febrero de 1528 y 28 de febrero de 1529, fue criado en la casa paterna (como español) en la ciudad de México. Casó con Leonor Vázquez, indígena noble de Ocotelulco, con la cual tuvo dos hijos: Isabel y Diego. Su muerte ocurrió entre enero de 1599 y enero de 1600. Estuvo asociado con el gobierno español el Tlaxcala. Poseyó propiedades y se inmiscuyó en numerosas actividades comerciales. Durante un año rentó y operó el hotel público de la ciudad. Con su hermano Juan manejó ranchos ganaderos y se dedicó al comercio de la carne. Por su conocimiento de español y el náhuatl. Repetidamente fungió como intérprete. Creo una compañía para la extracción de la sal en San Juan Ixtacmaxtitlán.
En la década de 1580 acompañó a una embajada de indígenas tlaxcaltecas ante la corte española. Ahí habló en diversas ocasiones con Felipe II, quién le reconoció su rango honorable como hijo de conquistador, fue entonces cuando entregó al monarca una copia manuscrita de su obra, que actualmente es conocida como manuscrito Glasgow, por encontrarse en la Biblioteca de esa ciudad.
El hijo del historiador , nacido entre 1571 y 1572, llevó el mismo nombre y apellidos, continuó con los negocios de su padre y ocupó el cargo de gobernador indígena de Tlaxcala durante más de 5 años de su muerte. En 1613, menos de un año antes de su fallecimiento fue apresado por excesos en la recolección del tributo real.
En 1580, nuestro autor recibió la orden de responder a la instrucción y memorias destinadas a guiar las relaciones geográficas requeridas por la autoridad real. Muñoz Camargo redactó de 1580 a 1585 la mayor parte de la descripción de la ciudad y de la provincia de Tlaxcala en Nueva España y en las Indias del mar Océano… verdadero título de la obra que ahora conocemos como Historia de Tlaxcala. La versión de la Conquista que se integrará a dicha producción había sido preparada con anterioridad.
Este autor justifica y alaba la participación de los tlaxcaltecas como aliados de los españoles. El enemigo es el tenochca, del cual se ofrece una visión desfavorable. Es interesante observar la versión opuesta que dan de la matanza de Cholula los informantes de Sahagún y Muñoz Camargo. Para los primeros todo se debió a las intrigas de los tlaxcaltecas cuya alma ardía contra los de Cholula. Pero para el segundo, los cholultecas dieron ocasión a su propia destrucción por torturar a Patlahuatzin, embajador tlaxcalteca que había incitado a los cholultecas a aliarse a los españoles. Lo cual no menciona ni Cortés ni Díaz del Castillo.
Muñoz Camargo se considera así mismo español y trata a los conquistadores como los “nuestros”, en cambio a los indígenas son “esos pueblos”. Tenochtitlán es un “tan remoto y apartado imperio, sobre todas las naciones de esas tan extrañas partes”. Piensa en una España que funge como centro, pero a la vez recoge testimonios indígenas tlaxcaltecas.
Los textos de los aliados del conquistador extremeño (historia de Tlaxcala y códice Ramírez) acordes en proclamar su fidelidad a los españoles, se contradicen en cuanto no saber cuál fue el aliado más útil: Muñoz Camargo presenta la ayuda de Tlaxcala como decisiva y describe a los texcocanos como adversarios de Cortés, mientras que el códice Ramírez afirma:
“se ha probado, pues, que no son los tlaxcaltecas quienes conquistaron México, sino don Fernando Ixtlilxochitl”









c) Alva Ixtlilxochitl                             


Una de las versiones mestizas más significativas es la que nos ofrece Fernando de Alva Ixtlilxochitl, quién nació probablemente hacia 1578. Su verdadero nombre fue Hernando de Peraleda Ixtlilxochitl, parece ser que tomó el nombre de Alva para reunir en su apellido los nombres de dos capitanes representativos del viejo y del nuevo mundos: el duque de Alba y Fernando Ixtlilxochitl. Nuestro autor era descendiente de las casas reales de Texcoco y de Tenochtitlán, a través del citado Ixtlilxochitl, por lo cual lo era también de Netzahualcóyotl con un intervalo de seis generaciones. Su familia materna ejercía el cacicazgo de San Juan Teotihuacán, el cual le correspondía por herencia que venía de la época prehispánica. Sin embargo, debe aclararse que de los cuatro abuelos de Alva Ixtlilxochitl tres eran españoles, o sea que él era un castizo fruto del matrimonio entre un peninsular, Juan Navas Pérez de Peraleda, y una mestiza, Ana Cortés Ixtlilxochitl.
El autor analizado fue un hombre de amplia cultura occidental e indígena. En sus obras se nota un amplio conocimiento de la Biblia, los clásicos grecolatinos, autores españoles como Alfonso el Sabio, Por otro lado, conocía a la perfección el náhuatl y las tradiciones indígenas, incluso se desempeñó durante mucho tiempo como intérprete en el juzgado de indios.
Desde su juventud inició la redacción de sus trabajos historiográficos, labor en la que probablemente preservó hasta la vejez, ya que su obra principal: Historia de la nación chichimeca quedó inconclusa, de hecho, toda su aportación intelectual permaneció inédita en la vida del autor.                        
Las fuentes primordiales de las que se basó fueron de origen indígena: códices y la tradición oral que pudo recibir a través de pláticas con los ancianos. No obstante, una sólida documentación de que el autor hace gala, podemos percibir una visión muy personal de éste; ya que su versión de la historia precortesiana de decididamente texcocana y exaltadora de las figuras ilustres de ese pueblo como Netzahualcóyotl y Nezahualpilli. Consideraba que los mesoamericanos alcanzaron tan alto grado de desarrollo cultural y moral, que solo les faltaba la luz de la revelación cristiana para estar al nivel de cualesquier otro miembro de la civilización occidental.
En su empeño por incluir los sucesos precolombinos en la historia general de la humanidad se esfuerza por darnos cronologías que sitúen los acontecimientos indígenas con los universales. De esta manera trata de sincronizar la historia prehispánica con temas bíblicos como el diluvio universal, la torre de Babel y otros.
Para este autor, el eje de la historia mesoamericana fue la civilización tolteca, cuyo principal heredero fue el pueblo texcocano, el cual nos lo presenta como una especie de Israel del Nuevo Mundo que tiene a su David en el Rey Netzahualcóyotl. A quién le atribuye una sabiduría precristiana, por ello parecida a la que alcanzaron algunos personajes del antiguo testamento, la cual será un antecedente de la evangelización que vendrá con el dominio hispano de esas tierras. Ósea que para Alva Ixtlilxochitl el desenlace trascendental de la historia prehispánica será la conquista, ya que esta traerá consigo la cristianización y con ello el ingreso pleno de los pueblos amerindios en el curso de la historia universal. De esta manera nuestro autor justifica la Conquista y concede, además, enorme y decisiva a la intervención de su ascendiente Fernando Cortés Ixtlilxochitl como aliado de Hernán Cortés, tratando de esa forma de hacer constar los derechos señoriales de sus progenitores. Su versión de la conquista la encontramos principalmente en su obra Compendio histórico del reino de Texcoco, opúsculo que se puede caracterizar como una relación de méritos y servicios de sus antepasados, lo cual no mengua su interés. No obstante ello, Alva Ixtlilxochitl reconoce que los indígenas han sufrió malos tratos y le duele especialmente el hecho de que algunos descendientes de señores indígenas, como él lo era, hayan sido despojados de  su parte o la totalidad de sus herencias o que no hayan sido suficientemente recompensados en el caso de que sus antepasados hayan colaborado con las huestes hispánicas.